La losa de piedra, marcada con la inscripción “FRANCISCVS”, se encuentra iluminada por un foco que también ilumina un pequeño crucifijo montado en la pared sobre la tumba. Gendarmes vaticanos custodian el lugar mientras los visitantes, algunos con rosarios en las manos y otros tomando fotografías, rinden homenaje al Papa.
Con esta sepultura se cumple el último deseo de Francisco: descansar en la basílica que visitó en más de cien ocasiones durante su pontificado, especialmente antes y después de sus viajes internacionales, para rezar ante la antigua imagen mariana de “Salus Populi Romani” (Protectora del Pueblo Romano).